¿Sabes este tipo de realities yanquis que consisten en grabar «el día a día» de todo tipo de negocios que hacen algo raro?
Es todo un sub-genero:
Subastas de trasteros abandonados.
Tiendas de tatuajes.
Las famosas casas de empeños (por cierto, RIP uno de los hijos de Rick, el de «No sé Rick, parece falso», que nos dejó hace poco).
Los que hacen reformas.
Restauradores de coches deportivos.
Las clínicas de pérdida de peso.
Restaurantes que tienen que cocinar cantidades industriales.
Pastelerías que hacen tartas raras por encargo…
Y de las pastelerías esas te iba a hablar hoy.
He visto algún capítulo por YouTube, de varias pastelerías diferentes, porque hay como… docenas de pastelerías con su propio reality.
Y es como que algo no encaja.
Reciben encargos de pasteles muy jodidos, super grandes, o con formas muy complicadas, muy altos… o todo eso a la vez.
Entonces, aunque el reality parece que se centre en venderte la dificultad de crear esos pasteles ultra creativos…
Eso no es emocionante.
Para nada.
Porque siempre los hacen de una forma u otra, sin pestañear, y cumplen con los plazos.
Sí, eres testigo de la barbaridad de curro que eso tiene.
Pero en ningún momento temes por el dulce (aún).
Y es que la verdadera emoción del reality no está en cocinar el hiper complicado pastel.
Al final, la verdadera emoción del tema está en…
El puto transporte.
Simplemente.
Cuando se las ven y se las desean es a la hora de sacar ese gigante pastel de la cocina y meterlo en un camión, que después tendrá que conducir varios kilómetros como si estuviese transportando nitroglicerina en vasitos de chupito.
El más mínimo fallo y traqueteo se carga el pastel que cocinaron en plazo con todo lujo de detalles.
Y ahí es donde está la clave del reality de los pasteles.
En el camión. No en la cocina.
Pero claro, para que de verdad sea emocionante el transporte… antes han tenido que meterte 35 minutos de las penurias que pasaron en la pastelería para tener un pastel con forma de avenida plagada de rascacielos y un globo terráqueo que da vueltas con un motorcillo.
Todo comestible.
Es solo tras construir todo ese drama que luego con el transporte te da un paro cardíaco.
Y esto es algo muy a tener en cuenta cuando escribes para vender.
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