Hoy he escuchado la historia de un tío de unos 60 y tantos que estuvo durante años en una «relación romántica online» con una supuesta ucraniana de 30 y tantos.
Entonces la «ucraniana» le enviaba fotos de una chica.
Y esta chica de la foto —que por supuesto no tenía ni idea de que estaban usando su imagen para estafar a alguien— resultó ser una rusa de 21 años que estaba casada.
Tenía un Instagram abierto donde colgaba un montón de material que el scammer, que igual era un señor de 40 y tantos con un mostacho estilo Dan Kennedy, usaba para enviárselo al pobre incauto.
Entonces el tema es:
La chica rusa podía ser modelo por apariencia.
Y por edad, su hija.
Y un señor de 6X años, ya con pinta de abuelete, se estuvo creyendo durante años que una chica así quería una relación a distancia con él.
Por supuesto la «chica» le pedía dinero.
El pobre señor le enviaba money transfers de $1200.
O $250 por la factura del médico, la factura del dentista, la factura de la operación de su «hermano» (spoiler: era el marido que salía en las fotos de la influencer rusa)…
Para colmo estalló la guerra en Ucrania y el scammer le envío una de las fotos de los apartamentos derruidos por las bombas que han rulado durante meses por las redes sociales y le dijo:
— «Hey babe, mira lo que han hecho con mi apartamento»
Y junto con una supuesta huida a Polonia con su madre, ya tuvo narrativa de sobra para sacarle 7 veces más pasta de la que le estaba sacando.
El tío se arruinó.
Le enviaba paquetes con comida, chocolates caros.
Le enviaba tarjetas regalo de Apple, que casualmente era una marca que le gustaba mucho a la «ucraniana» (tontita no era).
Se gastó toda su pensión.
Todos sus ahorros.
Perdió su casa.
Le pidió prestado dinero a su ex-mujer.
Es más, acabó viviendo en el sofá de la casa de su ex-mujer.
O sea, alucinante.
Cuando los de «catfished» le destaparon la estafa…
(no había que ser Sherlock)
… y le preguntaron que por qué creía que le había pasado esto…
El hombre dijo:
— «Supongo que me sentía solo».
Woah.
No lo dudes macho.
Estabas dispuesto a dar todo tu dinero por la fantasía de la compañía de una mujer a la que no podías aspirar.
Estabas dispuesto a arruinar el resto de tu vida.
Y ahí esta el punto de todo esto:
Si hay gente dispuesta a dejarse estafar así para rellenar vacíos emocionales…
Imagina si a ese mercado, a ese nicho específico de gente prácticamente desesperada, puedes venderles algo bueno.
Algo que no sea una estafa.
Algo, de hecho, que merezca mucho la pena.
La «fidelidad» de esta gente está por las nubes.
Si son tan fieles a algo que huele, suena, y tiene toda la pinta de un gato…
Pues a algo que de verdad les ayude… imagínate.
Es algo interesante a lo que darle vueltas si tienes un negocio de infopublicación.
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