Confesiones de una ex-prostituta en Japón

Lo sé, brutal el asunto, ¿eh?

Es más, es tan poderoso, que no te vas a ir de este email hasta que leas qué es eso que la ex-prostituta confesaba… y cómo co<censored> lo voy a unir con lo que vendo.

Dentro historia:

Es muy fácil deslizarse hacia la prostitución en Japón, dice esta chica medio japonesa y medio latina.

Ella empezó trabajando en un pub porque necesitaba el dinero.

De ahí pasó a ser «acompañante» sin derechos.

Y de ahí la reclutaron para ser una profesional a domicilio, trabajo que ejerció voluntariamente durante 5 años…

… hasta casarse con uno de sus clientes.

De toda su experiencia comentaba:

— «No trabajaría ni loca de prostituta en ningún otro sitio que no fuese Japón»

 

Esto es porque allí está todo muy controlado.

Si entras en una, digamos, «agencia», primero te clasifican por el tipo de servicio en el que creen que encajas mejor.

En función de:

La fantasía.

El cuerpo.

La edad.

Estado Civil.

Etc.

Y entonces empiezas a «atacar ese nicho».

Esta chica decía eso de «lo haría solo en Japón» porque allí las chicas metidas en este mundo pueden decidir en todo momento «hasta dónde quieren llegar».

Ellas escogen con quién quieren ir de entre un listado de clientes y lo que harán —o no harán— en el servicio.

Tienen el control total.

Y los hombres solían ser muy respetuosos.

Muchos eran hombres casados que ni siquiera se atrevían a pedirle a su pareja que les complaciese con su fantasía sexual.

Pero por miedo a molestar, más que nada.

Aún así a veces había alguno que hacía alguna cosa rara, imprevista.

 

— «Oye este zumbado me ha hecho esto»

 

— «Ya, bueno, es normal, a veces pasa,» le dice la de la agencia.

 

— «Nos ha jodido, pero tú estás aquí tranquilita en la oficina, la que está allí con el tío a solas viviendo en primera persona la situación soy yo y te digo que muy normal no es».

 

Está casi asumido, de forma silenciosa, que la gran mayoría acaba recurriendo a este tipo de servicios.

(Las mujeres tienen otros, y también los usan)

Todo el mundo es muy educado por fuera, pero está reprimido por dentro.

Es porque en la cultura nipona es más importante mantener la armonía que no perder la salud mental.

Y otra de las «confesiones» de esta chica era que lo que más valoraban los clientes eran los pequeños detalles:

Que recordaras qué paso la última vez.

Que hicieses referencia a anécdotas.

Que supieses que le gusta un tipo concreto de comida (de la real, digo) y llevarle en la próxima cita un detalle gastronómico.

Que entendieses su humor y lo compartieses.

Todo esto era TAN importante…

Que la clave de ganar mucha pasta recurrente y tener siempre clientes era… estudiarlos.

Estudiarlos detenidamente ANTES de ir a la primera cita.

Y anotar cuidadosamente después de la última todo lo que había pasado.

Para mantener una especie de diario o «roadmap».

Y adem…

 

BUENO BASTA YA.

 

Basta de valor, por el amor de diox.

O sea, es que no me voy a molestar ni en hacer la transición.

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