Hoy se me han ido las horas escribiendo la página donde voy a explicar y vender mi próximo producto.
Pero me he dado cuenta de algo.
Mientras la escribía me venían ideas acerca de cómo estaba escribiéndola.
Ideas que repasaba en mi cabeza con la intención de enseñarlas algún día.
Esto es algo que ahora me pasa constantemente.
Tanto, que me faltan dedos, teclados, piernas biónicas, blocs de notas, móviles, apps y bolis para apuntarlo todo.
Pero no siempre me ocurrió tan frecuentemente.
Incluso hubo un tiempo en el que me costaba horrores escribir un email.
Lo que me ha llevado a darle vueltas a la duda que suele asaltar a todo especialista en algún momento de su negocio:
«¿Debería ya empezar a vender formación?»
Tarde o temprano a casi todos nos atrapa esa duda.
Quizá te va ya muy bien vendiendo servicios y entonces crees que debes empezar con la formación.
Pero quizá la formación no te gusta.
Quizá no piensas en «formato formación».
Quizá lo tuyo son los servicios. O el ecommerce. O las charlas presenciales. O la venta en tienda física. Yo que sé.
En mi caso he encontrado que cuando no puedo parar de pensar en cómo y de qué manera enseñaría X concepto, habilidad, teoría o práctica…
Es que tengo que convertirlo e formación e información.
Tengo que sacarlo de mi cabeza y enseñarlo y venderlo.
Así que creo que esa es una gran señal para decidir si vender formación o no.
Dale una vuelta.
Y si decides vender formación por escrito:
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