Seth Godin en «La Vaca Púrpura» explica una acción de marketing de «Dutch Boy».
Una marca de pintura holandesa que yo no había oído en mi vida, pero que parece ser que es Top.
Pues el caso es que esa marca en su momento hizo algo muy inteligente.
Todos los botes de pintura se vendían en el típico tarro de aluminio (y aún se siguen vendiendo):
Son incómodos de abrir y cerrar, difíciles y pesados de mover, desparramas la pintura cada vez, se oxidan, se abollan, se ensucian… puagh!
Entonces, en lugar de seguir peleando con el resto de marcas por vender el beneficio de la pintura…
(básicamente que pintarás las paredes de tu hogar en el color que quieras, con olor a lavanda, y tendrás X relaciones personales alrededor de esos muros)
… donde no hay apenas diferenciación y el mercado llegó a un punto de hiper sofisticación en el que ya no había mucho que hacer tirando por ese camino…
… ellos lo que hicieron fue evolucionar el envase.
Se cargaron el bote de pintura metálico y sacaron un bote:
- Hecho de plástico ligero de alta calidad y resistencia.
- Con un asa lateral para fácil volcado y transporte.
- Con una gran tapa de rosca que cierra herméticamente.
- Con una boquilla para verter la pintura con precisión, sin derramar.
Y… boom.
Petaron el mercado.
Mismo producto, misma pintura, otro envase…
Pero vendieron mucho más de lo que ya vendían y se desmarcaron de la competencia, que empezó a imitarles.
¿Dónde termina el producto y empieza la promoción de marketing?
Esa es la reflexión que deja Seth sobre la mesa.
La que yo te dejo sobre tu inbox es que es posible aplicar este tipo de diferenciación con productos no tangibles.
Incluso con marcas personales, que tienen una parte física, una química y otra… etérea.
Suscripción a la lista de correo [deshabilitada temporalmente]