El otro día escuché una entrevista a un ex-director de un famoso periódico de tirada nacional, ultra conocido, un medio influyente.
Digo lo de ex-director, porque le echaron.
Pero no le echaron por trabajar mal, ni tampoco por ser el último mono. Era ni más ni menos que el director. Y llevaría media vida en el medio, escalando posiciones, y otros tantos años en la cima.
Le echaron porque había permitido cierta «línea editorial» que perjudicó a quién no debía perjudicar…
Primero le avisaron amablemente.
Después le ofrecieron regalitos.
Y como veían que no colaba, que era un persona íntegra e insobornable…
… pues movieron los hilos para cortarle la cabeza.
ZAS.
La entrevista no tiene desperdicio pero, entre otras cosas, este hombre decía:
— «En el palco del Bernabeu se decide el futuro del país.»
Y argumentaba lo más lógico del mundo.
Si allí se junta la gente más influyente del país y parte del extranjero…
¿A quién crees que van a favorecer si ya se conocen entre ellos?
Si hay un proceso judicial tocho que supone miles de millones.
Si hay una adjudicación de unas obras.
Si hay un artista que necesita un empujoncito.
Si hay petrolíferas, si hay un jeque, si hay un político…
Si hay…
Lo que quieras.
Los que se juntan allí se reúnen allí con la excusa del futbol, del entretenimiento deportivo, pero en realidad el entretenimiento al que van es otro.
Y por eso los ultra millonarios se compran equipitos de futbol, baloncesto…
No es un secreto ni es descubrir nada del otro mundo.
Ya se da por hecho.
Es como lo del famoso grupo «GAFA» — Google, Amazon, Facebook, Apple.
(Yo personalmente le llamo «GAFAS» y metería a Samsung también)
Son rivales entre sí pero están condenados a entenderse.
Controlan un gran porcentaje de cosas que ocurren en el mundo.
Y al final, tienen que hablar y navegar todos por el mismo río, porque lo contrario sería tocarse los huevos entre ellos y acabar fastidiándose mutuamente más de la cuenta.
Esto te lo puedes llevar a cualquier industria o nicho por insignificante que parezca.
El poder llama al poder.
Y puedes patalear lo que quieras, pero te controlan y te ven como a rebaño.
Que ¿qué hacer, me preguntas?
Pues ser la oveja negra que se monta sus propios partidos de fútbol en su palco particular y se gana su propia independencia.
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