Hoy he tenido una cita con 2 coreanas a la vez

Sí, por ser 14 de Febrero Sam Va Lentín, ha colado.

Solo que una de ellas no parecía coreana al 100% y era algo jovencita para mi. Y además no me prestaba nada de atención, estaba todo el rato mirando el iPhone pendiente de un tal Pororo.

La otra sí, la otra era del mismísimo Gangnam y la tenía en el bote.

Lo que pasa es que se puso chisposa con solo medio vaso de tinto y entonces ya perdió toda la emoción. Demasiado fácil.

Estábamos en un restaurante italiano.

Pero no fue nuestra primera elección.

La primera elección había sido un restaurante «asiático» que empieza por U y termina por DON.

Los cocineros de asiáticos tenían poco, podrían ser de Cáceres.

Pero el caso es que el restaurante estaba casi vacío.

Y nos han dicho: sentaos allí.

Vamos y nos sentamos.

Pasan 5 minutos y no vienen ni a darnos la carta.

Pasan 2 minutos más y ni siquiera nos miran.

Que oye, lo puedo medio-entender si el restaurante está lleno.

Pero si está vacío, no.

Entonces así fue como llegamos al restaurante italiano de al lado.

Y es curioso porque en Corea un servicio al cliente así de pésimo es inconcebible.

Corea tiene muchas cosas malas, pero el servicio al cliente, no.

Es excelente, eficaz, rápido, atento.

Se matan por atenderte.

Y eso en un restaurante normalito de barrio.

A medida que sube el nivel pues te puedes imaginar.

Yo todavía estoy en shock desde que en Seúl hicimos todo un papeleo hiper complicado que en Madrid habría tomado meses entre citas previas para las que hay que esperar semanas, confusiones, impresos, sub-sub-sub-documentos innecesarios, explicaciones en páginas web que parece que estén escritas en hebreo antiguo, que dan errores constantes, etcétera…

… En 2 malditos días, un ratito cada mañana, y nos sobraba tiempo para visitar «department stores».

Macho, es que entrabas a un organismo público.
No había cola.
Anionhaseioooo!
Hablabas con la de la ventanilla.

2 minutos después te había dado el papel que necesitabas.

Anionhaseioooo!

LISTOS.

Seh.

Así me quedé yo.

Es parte de la personalidad del país, con sus defectos y virtudes.

De cómo sonar más a ti cuando escribes para vender.

De cómo quererte más.

De cómo construir tu negocio y no el de otros.

De cómo hackear el tiempo.

De cómo evitar que cuando se enteren de que tienes menos personalidad propia que una medusa… se vayan al restaurante de al lado.

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