La fina línea entre irrelevancia y viralidad

A mi hija pequeña le encantan los libros.

Aún no sabe leer.

Pero se pasa el rato:

Hojeándolos.

Ojeándolos.

Tocándolos.

… Destruyéndolos.

Cuando se emociona más de la cuenta arranca una página.

A veces de cuajo, a veces rasgándola por la mitad.

Entonces, tenemos un libro interactivo con páginas plegables.

Como este, mira:

Bueno… el tema es que mi hija rompió esa solapa plegable de ese libro interactivo.

Pero en lugar de tirar el libro completo a la basura, su madre lo reparó con celo.

Así le llama casi todo el mundo a ese tipo de adhesivo transparente.

Aunque yo siempre lo conocí por “FISO”.

Porque la marca ‘FIXO’ se hizo famosa y el producto se quedó con el nombre de la marca.

Que el producto que tú y muchos otros venden se conozca con el nombre de tu marca es el éxito máximo, te convierte en el líder indiscutible del mercado.

(Pasa con el ‘Pan Bimbo’, el ‘Papel Albal’, el ‘Donut’…)

Esa viralidad es el Santo Grial.

Pero la línea entre conseguir que el producto que tú y tus competidores vendéis sea conocido con el nombre de tu marca y que tu marca caiga en la irrelevancia y nadie sepa quien eres…

… Es muy fina. Tremendamente fina. Superfina.

No tiene nada que ver con lo bueno que es el producto.

Hay que saber venderlo.

Hay que saber comunicarlo.

Hay que saber llegar al cliente y meterse tanto en su mente… que piense solo en tu marca y no en el producto genérico.

En serio…

No exagero cuando digo que la línea es muy fina.

¿Por qué insisto tanto en ello?

Pues porque un pequeño “error de cálculo” de la madre de mi hija a la hora de reparar el libro con ‘FIXO’… hizo que pusiese la solapa del lado que no era.

¿Y qué pasa?

Pues lo mismo que cuando comunicas regular y copias “a ciegas” lo que hace la gente.

Que todo sale del revés.

Que se ignora lo que vendes.

Que no se entiende.

Que tu producto ni siquiera es apto para competir en el mercado por mucho que digas…

¡CUCÚ! ¿Quién soy?

Si no has visto nada ‘raro’ en la segunda foto entonces quizá tu mente es demasiado pura como para recibir este boletín.

Eso te convierte en alguien muy inocente en el vasto y peligroso mundo del marketing.

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