Si la «Lista de Schindler» era, por lo general, una lista en la que todo el mundo quería estar…
… La «Lista de Epstein» es todo lo contrario.
Por si te pillo un poco empanado:
No confundir a Jeffrey Epstein con Harvey Weinstein.
Los dos eran unos grandes hijos de puta, pero el primero era todavía más hijo de puta que el segundo, y mira que era difícil.
Pues lo «gracioso» es que en la «Lista de Epstein» es donde están los peces más gordos.
Presidentes y ex-presidentes americanos, príncipes ingleses, banqueros, magos, modelos, actores, cantantes…
Joder, hasta sale el puto Stephen Hawking.
(Espero que, de verdad, solo hubiese un tipo de agujero negro que le gustaba)
Entonces, no sé, es como para preguntarse cosas.
Incluso los que eran sus colegas y no cometieron delitos de abuso…
¿De verdad no sabían a qué coño se dedicaba Epstein en su tiempo libre?
¿De verdad la influencia y el poder hacen pasar por alto cualquier cosa?
Pues está más que demostrado que sí.
Y aún hay más:
Cuando en las fiestas privadas en yates o mansiones captaban a modelos para que fuesen escorts de lujo (por no usar otra palabra)…
… a las más asiduas les ofrecían un trato.
Si captaban a unas amigas para que también fuesen a los yates a ser «escorts»… ellas recibían más regalos (dinero, favores, bienes).
Y lo mejor de todo es que los recibían sin tener que hacer de escorts.
Para eso ya estaban las amigas recién captadas.
(Algunas sin tener muy claro a lo que iban)
Muchas se han hecho millonarias así.
¿Te suena?
Aha.
Es que es exactamente la misma táctica de:
«Si me traes a X amigos a mi lista entonces te regalo este minicurso»
Juas.
Y no, que no estoy demonizando ni equiparando el «sobornar a terceros para que traigan leads en marketing» con «sobornar a terceros para que te traigan escorts, algunas menores de edad».
Además, yo también probé esa gamificación de leads hace años.
Cutremente, sin herramientas, pero la probé, para poder criticar con fundamento.
No me gustó la experiencia.
Lo que digo es que «el conocimiento está ahí fuera».
Y lo que te impide escribir más, vender más, tener más influencia… son otras cosas más mundanas y menos «mágicas» de lo que te han dicho que son.
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