Hace relativamente poco una conocida me escribió para decirme que le acababan de soplar 100 pavos.
Con la estafa del whatsapp que te llega de un supuesto amigo o familiar lejano que se ha quedado atrapado en un aeropuerto volviendo a España y tiene un problema con las maletas.
Esta conocida picó, le metió 100 pavos en un locutorio a través de una empresa tipo Western Union y bye bye.
Con ese tipo de envíos no hay reclamación que valga, el dinero lo has perdido en el momento que rellenas el papelito y das el cash.
Es posible que te preguntases, porque yo también lo he hecho, si era una leyenda urbana que estas estafas funcionasen más allá de con algún abuelito despistado.
La respuesta es que sí, porque esta chica está en sus 40s.
El tema es que cuando se alinean los planetas en torno a la «narrativa» de la estafa, se activa el pixel de la respuesta directa.
Es decir, la idea te parece una gilipollez hasta que de verdad un día te llega un whatsapp, picas, y resulta coincidir que sí que tienes una amiga íntima (como en el caso de esta conocida) con acento latino que viaja a España y te pide la pasta porque eres su único contacto en el país.
Si le sumas un audio de calidad regulera, con mucho ruido de fondo, y un acento parecido, pues el porcentaje de «conversión» sube bastante.
A ver, un poquito inocentón sí que tienes que ser.
Pero el caso es que al final para los estafadores es cuestión de intentos.
Al final acabarán alineándose Narrativa + Pardillo + Coincidencia.
No es la estrategia más efectiva, pero eh, no está mal para ser ilegal y un maldito estafador.
Para vender información en un negocio honrado y 100% legal y no con tantos intentos en plan fuerza bruta… yo también te recomiendo una narrativa.