En la ultra recomendable peli de:
La Mosca (1986)
(El remake de Cronenberg no apto para estómagos sensibles)
Se nos presenta el teletransportador instantáneo más famoso de la ficción.
Lo han parodiado hasta Los Simpsons.
Y bueno, en realidad es «el intento» de teletransportador instantáneo.
Porque, si has visto la peli, la construcción de un teletransportador funcional… sale un pelín mal.
Transportar no transportaba mucho, pero lo que es mezclar genes… los mezclaba divinamente.
Pero no era lo único «divino» de la peli.
Verás.
En la peli, el protagonista es un pseudo científico superdotado.
Extremadamente inteligente.
Tanto es así que el hombre:
- Es un experto ingeniero industrial, mecánico, informático, eléctrico, y si te descuidas… hasta de caminos.
- Posee un amplio conocimiento del comercio internacional, pues tiene acceso a una lista de proveedores privilegiada que le fabrican piezas nunca vistas… y que además ellos mismos no saben bien para qué sirven.
- Es un gran vendedor y negociador, consigue lo que quiere de los proveedores y además al mejor precio.
- Es un genio de la programación que ha creado, en plenos años 80, un sistema operativo que casi parece la Inteligencia Artificial que tenemos hoy.
- Es un operador y un técnico de campo maravilloso. Él solo es capaz de montarlo todo a la perfección e integrarlo con el software. Y sin manuales al estilo Ikea.
- Y para colmo… trabaja solo, no tiene equipo.
Vamos, la reencarnación de Leonardo Da Vinci, prácticamente.
Y encima con la cara y el cuerpo de 1,94 metros del Jeff Goldblum de los 80.
Casi nada.
Entonces, vale, esto funciona perfectamente en la ficción.
Pero ¿en la vida real?
Bueno, si eres un multipotencial superdotado como Leonardo, pues olé tus Da Vincis.
Pero, la verdad, no es algo que pase todos los días.
En el mundo real, si te encuentras con un Leonardo Da Vinci de la vida, alguien que te dice que es capaz de hacer de todo, en cualquier ámbito, en cualquier condición, con cualquier tecnología, sector, plazo, e incluso con teletransporte incluido…
Normalmente estás ante una alerta roja que, por desgracia, se da demasiado frecuentemente.
Por eso enviar emails se parece más bien a meterte con una mosca en un teletransportador de la materia averiado:
- Pillas algo que funciona.
- Pones un par de toques de vida muy diferentes.
- Lo mezclas todo con una profunda imperfección y…
Tienes un email cojonudo que no hace saltar las alarmas.
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