En la Manía #2 hablé de una revolucionaria disciplina prácticamente olvidada y que no he visto jamás a ningún copywriter (por clásico, famoso o exitoso que sea), marketer, escritor, autor, vendedor, recomendar ni en inglés ni en español.
O sea, es hasta vergonzoso que no se haya contado.
Pero esta bien,
Todos nos avergonzamos de cosas que hemos hecho.
Yo de muchas.
Pero de lo no me avergüenzo es de cuando con 12 – 13 años me iba a las 16:00 de la tarde (cuando casi todos estaban durmiendo la siesta, viendo la tele o jugando a algo) a estudiar a un sitio varias veces a la semana durante una hora.
O sea, yo he sido el más huevón a la hora de estudiar (soy de los especialistas que estudiaban la noche antes).
Pero con eso no fui huevón.
Y quién me iba a decir que iba a ser una de las mejores decisiones que tomase en mi vida.
Pero de largo.
Y esto no lo digo para crear en tu cabeza la metáfora de «la mejor decisión que puedes tomar equivale a pagarte una suscripción» (que no está nada mal tampoco).
Es que es una historia de abuelo cebolleta que cuento a los maníacos alrededor de una hoguera.
Cruzábamos un campo. Cuando era un chaval, digo. Para ir a un sitio. Y mientras íbamos allí a estudiar pillábamos ramas de árboles y jugábamos a «batear» las cabezas con pinchos de los cardos. Nos podíamos haber sacado un ojo con eso, pero por suerte no pasó nada.
Lo que sí pasó es que lo que hice durante aquellos 2 años un ratito cada día se convirtió en la mejor inversión de mi vida.
Suscripción a la lista de correo [deshabilitada temporalmente]