El día del accidente me tuvieron que cambiar los pantalones…
(menos mal que llevaba ropa interior roja de la que aún no tiene agujeros)
… porque me rompí el tendón al resbalarme sobre un charco de barro y parecía que llevaba más tiempo sin ducharme que Mad Max en verano.
Entonces, me pusieron unos pantalones de estos de hospital, azules, gigantes, donde cabrían 3 personas a la vez y que te atas con un cordón a la cintura.
No debían ser fáciles de encontrar en el hospital porque después ocurrió algo que debes evitar a toda costa en tu negocio.
Y te diré qué es:
Cuando me trasladaron en camilla a la salida de urgencias llevando esos pantalones…
Necesitaba ayuda para poder bajar al suelo e irme de una puñetera vez a mi casa.
El pequeño (un hombre ya con cierta edad) celador estaba como asustado.
No sabía por donde meterme mano.
Miraba al mazacote de escayola y a mi hermosa pierna.
Me miraba a mi, que con un tendón menos era incapaz de sostenerla.
Miraba a su alrededor, pidiendo ayuda con la cara
De repente se acerca una Auxiliar.
La mujer brinca como una loba hambrienta sobre mi camilla y lo primero que dice, casi babeando, es:
¿¿De dónde has sacado estos pantalones??
¿¿Dónde te los han puesto??
¿¿Quién te los ha dado??
«Pues mire, me los han puesto en la misma consulta donde me han escayolado la pierna,» le dije. «Pero yo qué sé de dónde los han sacado».
Y siguió haciéndole preguntas al celador sobre la ubicación de esos pantalones como si estuviesen hablando de una Reliquia que debía ser encontrada en algún Templo Maldito.
Como sabrás, en los trabajos, que haya recursos no significa que tengas accesos a ellos.
Puede que no sepas donde está la grapadora tocha que grapa 200 folios.
Puede que no sepas donde están los vasos para invitados especiales.
Puede que no sepas donde están los pantalones gigantes unisex.
Y eso es lo que le pasaba a la señora que soñaba con mis pantalones (en el sentido más literal de la expresión).
Le importaba una mierda mi condición, mi rodilla, y que bajase a salvo o no de la camilla.
Estaba más interesada en los pantalones que en mi seguridad.
Y no digo que esperase que alguien se preocupase genuinamente por mi en el hospital… pero sí al menos que lo fingiese como un profesional.
En cambio, esa sensación de «me importas una mierda» me caló hasta los huesos.
Y no habría trabajado con ella ni recogiendo billetes de 200€ del suelo.
Entonces, no es que se trate de fingir siempre amor incondicional…
Pero tampoco de mostrar un desprecio descarado.
Más bien de tener un mínimo de respeto y profesionalidad, especialmente si tú estás ahí para cobrar por mejorar la salud de un negocio que no es el tuyo.
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