Me encantan las historias en las que alguien pierde la oportunidad de conseguir publicidad masiva gratuita por… miedo y… digamos… «poca visión».
Quizá la más dolorosa sea la leyenda urbana de Kubrick, IBM y Odisea en el Espacio.
La de hoy es:
Un semi desconocido Quentin Tarantino, que había reventado la escena indie con una peli titulada «Reservoir Dogs», quería una canción muy específica para una de las escenas de su próxima cinta.
En la escena aparecían actores de primer nivel y era como el clímax del film.
Todo guay, ¿no? ¿Quién no querría formar parte de algo así con su canción?
Solo faltaba un pequeño detalle.
Era una escena en la que, ni más ni menos, se producía un secuestro y una violación con sodomización masculina incluida. Por supuesto también había sangre, muerte, katana y escopeta.
¿Y bien?
Pues la canción era:
«My Sharona» (The Knack)
Y el grupo se negó a ceder el single, porque no querían que se les asociase con imágenes tan negativas.
El resultado fue que se quedaron fuera de una de las bandas sonoras en formato recopilatorio más famosas de la historia del cine:
«Pulp Fiction»
La banda se disolvió poco después y prácticamente fueron un «one hit wonder».
No me extraña, supongo que lo único que les mantenía cuerdos fue que al menos no rechazaron ser el tema más famoso de la película, el de la apertura de créditos.
Y no, no te cuento esto porque quiera asociar el miedo a la no-compra de mi producto.
En absoluto.
Te lo cuento porque a lo largo de tu emprendimiento te vas encontrando con cosas que te da miedo reconocer.
Pero en esto del marketing directo y de rascateclear para vender…