Historia de la Cripta

Cuando era mayordomo informático de altos cargos públicos los problemas que más me jodían eran los relacionados con el correo electrónico.

¿Te imaginas lo que es intentar encontrar una aguja en un pajar de chorrocientos buzones en Outlook mal añadidos / configurados / podridos que han estado ahí durante años y que ahora de repente empiezan a fallar?

Y no solo eso…

¿Te imaginas tener que solucionarlo en un ordenador ultra-secreto, enCRIPTAdo y confidencial que si acaso lo puedes tener disponible para reparación un rato y que a cada 5 minutos te preguntan si ya está solucionado el marronazo porque quién sea tiene una reunión?

Y…

¿Te imaginas que te cargas algo del correo que no debías cargarte?

Y…

¿Te imaginas qué tienes entonces que configurar todo desde cero, restaurar copias de seguridad, dejar todo como estaba, lo cual se lleva más tiempo, lo cual hace que al alto cargo se le suban los humos y agite una varita roja con forma de corazón y ordene que te corten la…

BASTA.

Pues si no te lo habías imaginado nunca…

Ahí tienes la respuesta de por qué prefiero ser autónomo de Lunes a Domingo 24 horas al día y rascateclear para mi propio negocio hasta que me sangren los dedos si hace falta.

No hay comparación.

Sin embargo, el tema del correo «corporativo» sigue siendo de lo que menos me gusta hacer cuando monto un tinglado.

Es laborioso, es aburrido, es una chorrada… que a la mínima que algo falla, te ha jodido el día.

Y no es la única tocada de hubs.

Sobre todo si también está WordPress de por medio con sus plugins.

O Zapier.

O cualquier herramienta de email marketing.

Tags que se aplican o se quitan.

Facturas que automatizar.

Argh.

Lo que pasa es que todo ello es más o menos llevadero cuando 1) construyes activos para tu negocio y 2) generas ingresos recurrentes con tus infoproductos con o sin suscripción de por medio.

Sip, te lo digo yo.

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